y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Al Maestro en su día

Alejandra María Sosa Elízaga**

Al Maestro en su día

La letra con sangre entra.


Era un dicho que demasiados maestros practicaban hace tiempo (y tal vez todavía, ojalá que no).

Un modo de pensar según el cual para que un alumno aprendiera debía ser amenazado, y si se portaba mal o no sabía la lección, debía recibir azotes y ser humillado poniéndole orejas de burro y subiéndolo a un banco para que todos lo vieran y se burlaran de él.

Cuando eso se acostumbraba, ¿qué hubiera sucedido si un maestro hubiera pedido ser castigado así en lugar de sus alumnos?

¿Qué hubieran pensado ellos?

Seguramente se hubieran sorprendido mucho.

Tal vez unos hubieran creído que se había vuelto loco; otros se hubieran alegrado cínicamente de que recibiera el castigo que les tocaba a ellos, pero sin duda muchos hubieran sentido pena de ver que por el amor que les tenía su maestro los hubiera librado de un mal a costa de sufrirlo él sin merecerlo, y, nobleza obliga, se hubieran esforzado en portarse bien para mostrarle su aprecio. Jesús es ese maestro.

Él vino a enseñarnos a amar, a perdonar, a vivir como hijos del Padre, y cuando sacamos cero en conducta y en aplicación, y estábamos a punto de la expulsión definitiva, asumió sobre Sí el castigo que nos correspondía.

Se dejó amenazar, azotar, humillar, poner en la cabeza una corona de espinas, y ser clavado en una cruz y subido a lo alto donde todos lo que lo veían se burlaban de Él.

Pagó "el justo por los injustos" (1 Pe 3,18).

Aceptó ser "herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. Él soportó el castigo que nos trae la paz" (Is 53, 5).

Para este Maestro "la letra con sangre entra", sí, pero no con nuestra sangre, sino con la Suya, derramada por nosotros.

¿Cómo pagarle semejante sacrificio?, ¿qué podríamos darle para expresarle nuestra infinita gratitud?

No basta con cantarle las mañanitas este 15 de mayo, ¿qué podemos hacer?, ¿darle un regalo?, sí, pero ¿cuál?

Como Maestro, el regalo que más aprecia es que lo obedezcamos siempre, que aprendamos y recordemos Sus enseñanzas, y, sobre todo, que las apliquemos.

Lo que más quiere es que podamos aprobar con buena calificación el examen final, cuyo temario, hay que confesarlo, ya nos lo sopló san Juan, uno de Sus alumnos consentidos: ¿quieres leerlo y repasarlo? viene en la Primera Lectura y el Evangelio que se proclaman este domingo en Misa (ver 1Jn 4, 7-10; Jn 15, 9-17), y trata, ¿de qué más va a tratar?, del amor divino con el que somos amados y con el que hemos de amar a los demás.

*Publicado en "Desde la Fe'", Semanario de la Arquidiócesis de México, el domingo 13 de mayo de 2012, año XVI, n.794, p.6. Este día del maestro, regala o regálate un libro de Alejandra María Sosa Elízaga, checa nuestro catálogo en www.ediciones72.com