y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

7 aclaraciones a 7 objeciones sobre el Rosario

Alejandra María Sosa Elízaga**

7 aclaraciones a 7 objeciones sobre el Rosario

Llama la atención que cada vez más creyentes rezan el Rosario, y no sólo católicos; también miembros de otras confesiones religiosas están descubriendo la riqueza de esta oración.

Y no poca gente debe a su rezo su conversión.

Sin embargo no faltan quienes tienen objeciones para rezarlo, así que aprovechando que inicia octubre, mes del Santo Rosario, vale la pena contestar a lo que suelen plantear.

  1. Que el Rosario no aparece en la Biblia.
    ¡Sí aparece! No como lo conocemos hoy, pero todas las oraciones que se rezan y los Misterios que se meditan tienen su origen bíblico. Por algo San Juan Pablo II llamaba al Rosario ‘compendio del Evangelio’.
     
  2. Que ¿dónde dice en la Biblia que recemos el Rosario?
    A esta pregunta se contesta con otra: ‘¿dónde dice en la Biblia que sólo hagamos lo que dice en la Biblia?’. Desde sus orígenes, la comunidad cristiana se ha regido por la Sagrada Escritura, pero también por las enseñanzas de los Apóstoles (como pide la Biblia en  2Tes 2,15). Y si se trata de cumplir lo que dice la Biblia, ésta pide meditar la Palabra de Dios (ver Sal 119), orar (ver 1Tes 5,17), e interceder unos por otros (ver 1Tes 5, 25; Stg 5,16). ¡En eso consiste el Rosario!
    Y no olvidemos que María dijo que todas las generaciones la felicitarían, llamándola bienaventurada (ver Lc 1,48). ¿Cómo cumple esa profecía quien no reza a María?
     
  3. Que María era una mujer como todas; murió y no escucha nuestra oración.
    Consideremos estas cuatro afirmaciones (irrefutables, pues son bíblicas):
    Primera, que María fue elegida por Dios para ser Madre de Su Hijo (ver Lc 1, 28-32).
    Segunda, que en el Antiguo Testamento se ve la gran importancia que tenía la madre de un rey, y su poder de interceder por alguien ante su hijo (ver 1Re 2, 19-20).
    Tercera, que el Señor que nos mandó honrar a nuestra madre (ver Ex 20, 12), sin duda honró a la Suya, ¿cómo? librándola de la corrupción del pecado y del sepulcro (ver Sal 16, 10-11).
    Y cuarta, que Jesús dijo que Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos, pues para Él, todos viven (ver Lc 20,38).
    Estas afirmaciones permiten concluir que María, como Madre del Hijo de Dios, Madre del Rey, vive en el cielo, junto a Jesús, y Él atiende su intercesión por nosotros.
     
  4. Que el Rosario le da más importancia a María que a Jesús.
    Todo en el Rosario nos hace mirar a Jesús. Rezamos el Padrenuestro, que nos enseñó (ver Mt 6,9-13). En las AveMarías lo bendecimos y pedimos Su Madre que le ruegue por nosotros, y todos los Misterios están relacionados con Su vida.
     
  5. Que es un rezo repetitivo de los que condena Jesús.
    Jesús no condenó lo repetitivo, sino lo vacío de los rezos paganos. Él mismo justificó a un publicano que pedía repetidamente perdón (ver Lc 18, 13-14).
    Repetir las oraciones en el Rosario, equivale a repetirle a alguien que lo amas; no cansa decirlo ni oírlo.
    Y la cadencia de las AveMarías aquieta el alma y permite contemplar cada Misterio.
     
  6. Que es complicado rezarlo.
    No sólo es fácil rezarlo, sino aprenderlo. Y abundan hojitas, folletos y personas de buena voluntad que pueden enseñártelo.
     
  7. Que es aburrido.
    El aburrido es quien lo reza mecánicamente, pensando en otra cosa y esperando acabar pronto.
    Si aprovechas cada Misterio para contemplar la escena y sobre todo para relacionarla con lo que estás viviendo y platicar de eso con María, entonces rezar el Rosario es fascinante, siempre actual, y lo disfrutas porque lo renuevas constantemente.
 

¡VEN!

El sábado 11 de octubre será el Rosario Viviente que organiza la Arquidiócesis de México en el Estadio Azul.

De 4pm a 6pm, se alternan música y prédicas (este año tendré el gozo de dar una); de 6pm a 7pm se reza el Rosario, y de 7pm a 8pm se culmina orando ante Jesús Sacramentado.

¡Te esperamos!

*Publicado en Desde la Fe, Semanario de la Arquidiócesis de México el domingo 28 de septiembre de 2014, en la p.2