y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Devoción a la Dolorosa

Alejandra María Sosa Elízaga* *

Devoción a la Dolorosa

Vestida de luto, pañuelo en mano, triste y llorosa, o bien con rostro sereno y siete espadas clavadas en su Inmaculado Corazón, así se suele representar a María en su advocación de Virgen de los Dolores, también conocida como Dolorosa, y cuya devoción tienen un origen muy antiguo.

En una revelación privada, la Virgen comunicó a santa Brígida de Suecia(1303-1373):

"Miro a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos. Por eso tú, hija mía, no te olvides de Mí que soy olvidada y menospreciada por muchos. Mira mi dolor e imítame en lo que pudieres. Considera mis angustias y mis lágrimas y duélete de que sean tan pocos los amigos de Dios."

Y ofreció que concedería siete gracias a aquellas almas que la honren y acompañen diariamente, rezando siete Ave Marías mientras meditan en sus lágrimas y dolores:

  1. Yo concederé la paz a sus familias.
  2. Serán iluminadas en cuanto a los divinos Misterios.
  3. Yo las consolaré en sus penas y las acompañaré en sus trabajos.
  4. Les daré cuanto me pidan, con tal de que no se oponga a la adorable voluntad de mi divino Hijo o a la salvación de sus almas.
  5. Los defenderé en sus batallas espirituales contra el enemigo infernal y las protegeré cada instante de sus vidas. 
  6. Les asistiré visiblemente en el momento de su muerte y verán el rostro de su Madre.
  7. He conseguido de mi Divino Hijo que todos aquellos que propaguen la devoción a mis lágrimas y dolores, sean llevadas directamente de esta vida terrena a la felicidad eterna ya que todos sus pecados serán perdonados y mi Hijo será su consuelo y gozo eterno.

Uno de los medios para acogerse a estas promesas de María y de Jesús, es el rezo del Rosario de los Siete Dolores de María, que contempla siete momentos dolorosos en la vida de María:

  1. Primer Dolor - La profecía de Simeón (ver Lc 2,22-35)
  2. Segundo Dolor - La huida a Egipto (ver Mt 2,13-15)
  3. Tercer Dolor - El Niño perdido en el Templo (ver Lc 2,41 -50)
  4. Cuarto Dolor - María se encuentra con Jesús camino al Calvario (IV Estación del Vía Crucis)
  5. Quinto Dolor - Jesús muere en la Cruz (ver Jn 19,17-39)
  6. Sexto Dolor - María recibe el Cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz (ver Mc 15, 42-46)
  7. Séptimo Dolor -Jesús es colocado en el Sepulcro (Jn 19, 38-42)

Iniciar con acto de contrición; leer atentamente el texto bíblico; meditarlo, meterse en la escena, contemplar a María, imaginar qué sentía y platicarlo con Ella. Cada dolor, (y sobra decir que no sólo fueron siete), contiene muchos matices, que permiten conocer y valorar más a María, identificarse con Ella, descubrirla comprensiva, compasiva, confiarse a su amorosa intercesión.

Al final de cada Misterio rezar siete Avemarías, Padrenuestro, Gloria al Padre, y se puede añadir la jaculatoria: “Santa María, Madre Dolorosa, te acompañamos en tu dolor, ruega por nosotros al Señor”.

Según san Alfonso María Ligorio, Jesús prometió a santa Isabel de Hungría conceder cuatro gracias especiales a los devotos de María Dolorosa:

  1. Quienes antes de morir invoquen a la Santísima Madre en nombre de sus dolores, obtendrán una contrición perfecta de todos sus pecados.
  2. Jesús protegerá en sus tribulaciones a quienes recuerden esta devoción y los protegerá muy especialmente a la hora de su muerte.
  3. Imprimirá en sus mentes el recuerdo de Su Pasión y tendrán su recompensa en el cielo.
  4. Encomendará a estas almas devotas en manos de María, a fin de que les obtenga todas las gracias que quiera derramar en ellas.

Vale la pena aprovechar la riqueza espiritual que conlleva esta devoción, y qué mejor fecha que a partir de este 15 de septiembre, en que la Iglesia recuerda a Nuestra Señora de los Dolores, para acompañarla y acogernos a su intercesión.

*Para más información y el Rosario completo, visita: bit.ly/1qFrMA4

*Publicado en Desde la Fe, Semanario de la Arquidiócesis de México el domingo 14 de septiembre de 2014, en la p.2