y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Lo que más me llamó la atención de la visita del Papa a México

Alejandra María Sosa Elízaga**

Lo que más me llamó la atención de la visita del Papa a México

Lo que más me llamó la atención de la visita del Papa a México:

Que millones de personas fueron a verlo, y ¡ni uno iba acarreado!

Que a los que fueron a las calles no les importó esperar horas en el sol para verlo pasar aunque fuera un instante, con eso quedaron felices y colmados de paz.

Que la valla de más de treinta kilómetros consistía en gran parte, sólo de voluntarios tomados de las manos, y nadie la rompió, en ningún lugar hubo empujones o desorden. Gran testimonio católico: tamañas multitudes y ¡ni un sólo vándalo!

Que los responsables de cuidarlo se mostraron siempre amables, respetuosos con todos.

La mirada del Papa, que miraba a todos y cada uno con atención y amor. Y su sonrisa.

Que hizo sus recorridos en el papamóvil con las ventanas abiertas, arriesgando su seguridad personal con tal de tener mayor cercanía con la gente. Y no quedó defraudado y nadie abusó de esa situación tratando de arrojarle ni siquiera flores.

Que a sus casi 85 años, el Papa se veía vital, dejó su bastón en Roma y no sólo acudió gozoso a todo lo que ya estaba preparado sino todavía tuvo energía para salir a saludar a quienes afuera del colegio Miraflores cantaban con el mariachi y coreaban: "¡Benedicto, te amamos, por eso no nos vamos!", y se dejó poner el sombrero de charro (ya era la segunda ocasión, se ve que le quedó gustando), y nos conmovió diciendo que ya pedía por nosotros pero ahora pediría mucho más, que comprendía por qué Juan Pablo II decía que tenía corazón mexicano, y que estaba felicísimo entre nosotros.

El hermoso Cristo que pendía de la cruz abierta en la pared donde se celebró la Misa.

Que aunque la multitud no había dejado de echar porras, cantar y aplaudir, al momento de empezar la Misa, cuando se pidió que hubiera silencio, todo el mundo obedeció.

Que cuando las cámaras captaban de cerca los rostros de los asistentes a los distintos eventos, en todos había alegría, paz, incluso lágrimas de emoción.

La espectacular estatua de Cristo Rey iluminada en la noche y festejada con fuegos artificiales. ¡Qué alegría saber que será vista desde lejos, presidiendo el hermoso Bajío!

Que algunos dijeran que los decepcionó que el Papa no dijo nada contundente, ¡se equivocan! No supieron captar, que con su modo suave y discreto, nos trajo un mensaje muy fuerte para que podamos enfrentar la difícil situación que estamos viviendo; nos iluminó con la Palabra del Señor y nos consoló con la certeza de su amor.

Que en los medios de comunicación a muchos comentaristas que primero empezaron comentando la visita con frialdad, al final el Papa les ganó el corazón, y sólo uno que otro persistió en su mal gusto de aprovechar la inmensa audiencia para tratar de echar tierra.

Que a pesar de que no faltaron los que quisieron empañar el gozo de esta visita o aprovecharla para sus propios fines, lo que prevaleció y quedará en la memoria de todos es la presencia de un Papa amoroso, paciente, sonriente, que vino, como auténtico padre y pastor, a comunicar el amor de Dios a toda la gente.

Y a ti, ¿qué fue lo que más te llamó la atención?

* Publicado en "Desde la Fe", Semanario de la Arquidiócesis de México, dom 1 abril 2012, añoXVI, no. 788, p.6. Lee la reflexión dominical de esta autora, conoce sus libros y cursos de Biblia gratuitos en www.ediciones72.com