y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Monte santo

Alejandra María Sosa Elízaga**

Monte santo

En México, después del Cerro del Tepeyac, el monte más significativo es, sin duda, la Montaña de Cristo Rey, corazón de México, no sólo en sentido geográfico, sino espiritual, pues en él están los santuarios de Cristo Rey y de María Reina (también llamado de Santa María de Guadalupe), cuya bóveda representa la tierra y sirve de base a una monumental estatua de Cristo Rey en bronce, de 20 m de altura.

Recordemos que hace casi un siglo, el obispo de León, Gto, Monseñor Emeterio Valverde bendijo la montaña, la declaró “lugar santo”, le cambió el nombre de “Cerro del Cubilete” a “Montaña de Cristo Rey”, bendijo un monumento dedicado a Cristo Rey (uno de varios anteriores al actual), consagró el país al Sagrado Corazón de Jesús y celebró Misa.

El Papa Benedicto XV (a quien nuestro Papa actual admira y por quien quiso tener el mismo nombre) envió su bendición solemne.

Y ahora su sucesor, el Papa Benedicto XVI celebrará la Misa el próximo domingo al pie de ese mismo monte.

Cabe recordar que en la Biblia vemos que los montes son lugares privilegiados para que Dios se manifieste.

En un monte Dios probó y premió la fidelidad de Abraham (ver Gen 22, 1-18); Dios se le reveló a Moisés en una zarza que ardía en el monte Horeb, la “montaña de Dios”, y pidió que le dieran culto ahí (ver Ex 3, 1.12).

En otro monte, el Sinaí, le entregó las tablas de la ley (ver Ex 19, 1-2.10-11.20ss).

Los montes siempre han formado parte relevante de la historia del pueblo de Dios. Y no sólo en el Antiguo Testamento.

También los Evangelios mencionan diversos montes: Jesús acostumbraba subir a un monte a orar (ver Mt 14,23; Mc 6,46; Lc 6,12); a buscar refugio de silencio y soledad (ver Jn 6,15); en un monte eligió a los Doce (ver Mc 3,13); pronunció el “sermón de la montaña” (ver Mt 5,1ss); se transfiguró ante tres de Sus discípulos (ver Lc 9,28-36); oró antes de Su Pasión y fue aprehendido (ver Mt 26,30.36.47); fue crucificado, sepultado y resucitó (ver Jn 19,16-18.41-42; 20, 1-18); y desde un monte envió a Sus apóstoles a anunciar a todo el mundo la Buena Nueva (ver Mt 28, 16-19).

Qué elocuente y qué bello que el Papa nos convoque al pie de este monte santo, para hablarnos y enviarnos a edificar el Reino de Dios en nuestro corazón, en nuestra familia y en nuestra nación.

* Publicado en ‘Desde la Fe’, Semanario de la Arquidiócesis de México, dom 18 mar 12, año XVI, n.786, p.6
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