y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Equipaje

Alejandra María Sosa Elízaga*

Equipaje

Te sorprende que un mensajero traiga a tu domicilio un paquete. Lo desenvuelves. Contiene una pequeña maleta y dentro de ésta un sobre dirigido a ti. Cuando lo abres casi te caes de espaldas. Adentro viene una carta en la que te avisan que ganaste un premio fabuloso. 

Ya habías oído hablar de ese premio pero jamás, ni en tus más locos sueños, creíste que pudieras ganártelo, porque no hiciste nada para merecerlo, ni te anotaste en ninguna lista, ni firmaste nada, ni usaste una tarjeta ni siquiera apareces en el directorio telefónico, así que no te explicas no sólo cómo es que te eligieron sino que te lo hayas ganado. 

Te parece tan increíble que en un primer momento hasta sospechas si no estarás siendo objeto de alguna broma, si no habrá por ahí una cámara escondida filmándote mientras lees la carta, pero poco a poco te convences de que es real. Lo que dice la carta coincide con lo que has oído acerca de ese premio. 

Se trata de un viaje, todo pagado, a un lugar maravilloso, en el que hay toda clase de paisajes espectaculares, playas, bosque, montaña, para hospedarte en un lugar famosísimo, con toda clase de comodidades y los alimentos más deliciosos, y, lo más extraordinario, sin límite, ni de gastos ni del tiempo que desees permanecer ahí. No lo puedes creer. Sigues leyendo. 

Descubres que solamente te ponen una condición: que no lleves equipaje. Prometen proporcionarte ropa, accesorios y cuanto puedas necesitar. Te piden que sólo lleves la maleta de mano que te han enviado, te explican que su tamaño es el ideal para guardarla durante el vuelo en el compartimiento sobre tu asiento. Te sugieren meter en ella sólo lo que en verdad consideres indispensable para ti. Y al final te dan la fecha en que pasarán a recogerte. 

Lees y relees la carta. Haces algunas llamadas, algunas averiguaciones. Compruebas que todo es cierto y no cabes en ti de emoción. Te dispones a aceptar y disfrutar al máximo este inesperado regalo, y decides prepararte lo mejor posible. 

Llega el día tan esperado. Un chofer te recoge. Llegas al aeropuerto, te llevan a una zona exclusiva. Cuando te piden que coloques tu maleta en la banda para que pase a través de los rayos x, al oficial no le pasa desapercibido que te cuesta mucho levantarla porque está pesadísima. Entonces te pide que la abras. Titubeas. No quisieras que vieran lo que metiste adentro, pero insiste y no te queda más remedio que mostrar que la has retacado de piedras. De todos tamaños y clases, grandes y pequeñas, rugosas y lisas. 

Te preguntan extrañados por qué metiste tanta piedra en tu equipaje, ¿acaso te dedicas a la geología? Nada de eso, explicas. Abres bien la maleta y explicas: ‘Éstas son las piedras que me han arrojado, las ofensas que me han hecho. A cada una le escribí el nombre del ofensor y la fecha en que me ofendió. Las traigo conmigo para no olvidar lo que me han hecho. Éstas otras son las que pienso arrojar a quienes me arrojaron piedras a mí, sólo espero una oportunidad.’ 

Tu explicación deja boquiabierto al oficial, que te informa que no puedes llevar piedras en el avión, pues además de constituir un peligro (no se te vaya a ocurrir arrojárselas a alguien) provocan exceso de peso en tu equipaje. Tienes que dejarlas. 

Te niegas. Alegas que te pidieron que llevaras lo que fuera indispensable para ti, y consideras que esas piedras te son indispensables. Ya te acostumbraste llevarlas, te gusta estarlas viendo, tocando, cargando. Casi casi se podría decir que te has encariñado con ellas. No las quieres dejar ir así como así. 

Te hacen ver que tienes que elegir: o dejas las piedras o pierdes el premio. Tienes que decidirte, y pronto, porque está a punto de salir el avión. 

Te piden que recuerdes lo que dice la Primera Lectura que se proclama este domingo en Misa (ver Eclo 27, 33-28, 9): “Cosas abominables son el rencor y la cólera; sin embargo, el pecador se aferra a ellas”, y que tomes, ya, la mejor decisión...

Publicado el domingo 17 de septiembre de 17 en la pag web y de facebook de Ediciones 72.