y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Destino

Alejandra María Sosa Elízaga**

Destino

Evidentemente todos averiguan muy bien cómo están las cosas en los lugares hacia los que se dirigen.

 En las salas de espera de un aeropuerto, estación de trenes o camiones, se nota a dónde va la gente por la ropa y el equipaje que trae. Si ves a alguien que lleva bajo el brazo una chamarrota, de seguro va a un sitio donde ya sabe que hace mucho frío; si viste ropa ligerita, va a donde hace calor.

La gente pregunta, se informa, se prepara antes de viajar.

 Ningún turista llega a Acapulco y exclama sorprendido: ‘¡Hay mar!, ¡de haber sabido hubiera traído mi traje de baño!’

 Todo esto que parece, y es, obvio, cuando se trata de trasladarse a lo que las agencias de viajes llaman ‘destinos’, sean nacionales o internacionales, no lo es en absoluto cuando se trata de encaminarnos a nuestro último destino.

 El otro día le pregunté a una persona no creyente: ‘¿tú qué piensas que hay después de la muerte?’, y me respondió tan campante: ‘no he pensado en eso’.

 Me sorprendió mucho, y le pregunté: ‘¿cómo que no has pensado en eso?, ¿no te has dado cuenta de que estás en un viaje que te lleva derechito hacia allá?’

 Si en una película de misterio, el protagonista despertara en un tren del que no recordara cómo subió y del que no supiera a dónde va, nadie esperaría que se quedara tan tranquilo, sacara su periódico y pensara ‘bueno, ya me enteraré a dónde voy cuando llegue allí’. ¡No! Lo lógico sería que se inquietara y se pusiera de inmediato a averiguar lo más que pudiera del lugar al que se dirige y se preparara lo mejor posible para lo que le esperara.

 Todo esto viene al caso porque este fin de semana celebramos primero a todos los santos y al día siguiente a todos los difuntos, y unos y otros tienen algo en común: ya llegaron a ese destino hacia el cual vamos todos.

 Los primeros se prepararon muy bien para el trayecto (se informaron que irían a donde el clima es fraterno, el lenguaje oficial es la Buena Nueva; la visa es la caridad, y entre los lugareños podrán conocer nada menos que a María y a una multitud de personas maravillosas), así que en cuanto llegaron pudieron empezar a disfrutar de lo lindo.

 Entre los segundos hubo de todo, unos que se prepararon bien, y otros que se prepararon mal porque llevaron exceso de equipaje y no cupieron por la puerta estrecha, o porque fueron posponiendo el prepararse, y de pronto se encontraron con la novedad de que habían llegado a donde menos esperaban y cuando menos lo esperaban...

 Lo reconozcamos o no, lo pensemos o no, todos vamos avanzando lenta o velozmente hacia el mismo destino, por lo que mientras dura el viaje, haríamos bien no en evitar pensar en ello, sino en darle una buena ‘pensada’; y que cada uno se pregunte: ¿hacia dónde voy?, ¿qué me espera cuando llegue?, y, sobre todo, ¿qué pasaría si llego hoy?

*Publicado el 2 de noviembre de 2014 en 'Desde la Fe', Semanario de la Arquidiócesis de México (www.desdelafe.mx) y en la pag. del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (www.siame.com.mx). Conoce los libros y cursos de Biblia gratuitos de esta autora y su ingenioso juego de mesa 'Cambalacho' aquí en www.ediciones72.com