y los envió por delante...
a todas las ciudades y sitios a donde ÉL había de ir...'
(Lc 10,1)

Elegido

Alejandra María Sosa Elízaga**

Elegido

Es muy común que el hijo consentido de la mamá, el alumno favorito del profesor, el empleado más allegado al jefe, abusen de su situación privilegiada. Recuerdo que cuando la maestra de primaria tenía que salir del salón, dejaba de ‘encargada’ a una niña que aprovechaba para anotar en el pizarrón los nombres de quienes le caían mal, para luego acusarlos de ‘malportados’ con la maestra. Por ello a todos nos caía ‘gorda’.

 Los ‘influyentes’ que gozan del favor de alguien importante, no sólo son envidiados, sino que despiertan cierta animadversión porque suelen ser prepotentes.

 Por ello sorprende lo que anuncia la Primera Lectura que se proclama este domingo en Misa (ver Is 42, 1-4.6-7).

 En ella Dios nos pide mirar a quien llama “Mi elegido, en quien tengo Mis complacencias” (Is 42, 1).

 Esa descripción expresa que se refiere a alguien que ocupa en Su corazón un lugar preferencial.

 Luego dice: “En él he puesto Mi espíritu, para que haga brillar la justicia sobre las naciones” (Is 42, 1).

 Dada nuestra mala experiencia con aquellos a los que un poderoso les otorga cierto poder, saber que este elegido por Dios hará justicia, puede alarmarnos, porque suponemos que lo hará con excesiva dureza. ¡Ya nos amolamos! -pensamos.

 Pero entonces seguimos leyendo y nos enteramos de algo desconcertante.

 Dios describe la actitud que tendrá Su elegido, y es ¡lo contrario a lo que temíamos!

 Dice que ‘no gritará, no clamará, no hará oír su voz por las calles; no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea” (Is 42, 2-3), ¿qué significa eso?

 Que no viene con prepotencia, sino con humildad y mansedumbre, a ser “luz de las naciones”, a abrir “los ojos de los ciegos”, a sacar “a lo cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas” (Is 42, 7); en otras palabras, que no viene a arrasar, sino a salvar.

 Resulta significativo que se proclame este texto del profeta Isaías en este Primer Domingo del Tiempo Ordinario, en el que celebramos el Bautismo de Jesús, pues en el Evangelio, san Marcos narra que al Jordán, a donde Juan el Bautista estaba bautizando con agua a los que confesaban sus pecados, llegó Jesús para ser bautizado.

 Siendo Él aquel elegido anunciado siglos antes por el profeta, no se aprovechó de Su condición privilegiada, sino que fiel a la descripción que de Él hiciera Isaías, no clamó ni gritó. Pudiendo vociferar condenas contra los pecadores (como un predicador que estaba el otro día incomodando a todos en el parque, clamando a voz en cuello que nos iríamos al infierno), eligió en cambio llegar discretamente, calladamente, humildemente, a recibir un bautismo que no necesitaba, con tal de acercarse, como se acerca hoy, a los que más lo necesitan.

 Su Padre le reiteró Su amor y complacencia.

 Agradezcamos nosotros, y aprovechemos, Su gracia discreta y Su clemencia.

*Publicado el 11 de enero de 2015 en 'Desde la Fe', Semanario de la Arquidiócesis de México (www.desdelafe.mx) y en la pag. del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (www.siame.com.mx). Conoce los libros y cursos de Biblia gratuitos de esta autora y su ingenioso juego de mesa 'Cambalacho' aquí en www.ediciones72.com